viernes, 11 de septiembre de 2015

Barcelona y la playa de Sitges

Septiembre, 2014.

Un útil árbol para saber donde está el Catalán
Íbamos rumbo a Barcelona, en el Megabus que encontramos por un buen precio, una especie de EasyJet, pero de buses. Un viaje que salió de París a las 21:00, con poca gente arriba del bus lo que permitió usar un par de asientos si era necesario, para recostarse a dormir. El bus hacia una parada por Toulouse cuando estaba amaneciendo, ahí se subió mucha gente y tuvimos que cada uno sentarse en su asiento, una última parada en una estación de servicio cerca de la frontera con España y luego de 14 horas en bus, estábamos llegando a Barcelona, en tierras catalanas, para comenzar nuestra travesía en el país ibérico. Al llegar a la estación de buses, que después de varias "estaciones de buses" que vimos en el viaje, esta realmente tenía un aire más latino, estando en un recinto cerrado y no al aire libre o en estacionamientos como lo habíamos visto en otras partes, estábamos en Barcelona Nord y nuestro destino era preguntar por una estación de metro, pensábamos "por fin nos van a responder en español", mentira, nos empezaron a hablar en catalán, después de ver que no entendíamos nada, nos hablaron en castellano, un buen detalle como los catalanes conservan su idioma, de manera bien nacional como lo encontraremos en las calles o en varias partes, donde se habla directamente catalán, sobre el castellano.

Encontramos un hotel a buen precio, el Eurostar Mitre. Quedaba algo alejado del centro, pero al lado de dos estaciones del metro y en un barrio que parecía ser bastante tranquilo, además estaba a un buen precio cuando reservamos, así que eso lo hizo el elegido. Nuestros amigos Consuelo y su esposo se iban a alojar también en el mismo lugar, así que coincidiríamos para volver después de las salidas nocturnas, era una buena idea.

Plaza Saint Felip de Neri
Contrario a lo que pensábamos, Barcelona es húmedo y bastante, parecía que estábamos en el caribe, sin exagerar. Quizás la razón de esto es que estábamos en pleno verano y había una ola importante de calor, pero acá la ropa para usar en las calles era bien ligera, un dato para no dejar de lado. Comenzamos el recorrido con un tour sobre la ciudad, algo especial de nuestro guía Pedro de Sandeman, una especie de punk-rocker de Extremadura, retirado del circuito callejero y dedicado a los estudios del cine y que decidió quedarse en la ciudad catalana. Mucha pasión en sus relatos, donde nos contaba la "mala suerte de Barcelona", donde estuvieron Romanos y no dejaron mucho para mirar por sus calles, donde también estaba el límite geográfico entre los Reyes Francos y árabes y ninguno de los dos pueblos dejaron mucho por la ciudad. Ciudad donde Gustav Eiffel ofreció hacer una gran torre, pero las autoridades locales rechazaron el proyecto porque no cuadraba con la estética de la ciudad. En fin, un mal ojo que actualmente hubiera pesado en las arcas económicas. Sea como sea, Barcelona conserva varias cosas entretenidas para admirar que escapan un poco de la dinámica de la mayoría de las ciudades que habíamos recorrido, un barrio Gótico en el centro, surgido por el siglo XIX, pero que ya empezaba a tener edificaciones del mismo estilo, que habían surgido varios siglos atrás, pero este "nuevo barrio gótico" fue surgiendo entre piedras y el centro histórico de Barcelona, dando un aire bastante original que no encontrarás en otras ciudades, personalmente, me gustó. Hicimos un recorrido por varios puntos claves de la ciudad, comenzando en la Catedral de Barcelona, La Generalitat, el Palacio Real Mayor de la ciudad entre otros lugares. Especial atención me llamó la Plaza Sant Felip de Neri, lugar que sirvió para filmar la escena de la orgía en la película "El Perfume".

Capitulaciones de Santa Fe
Barrio Gótico y el poder judicial
La sinagoga judía (esa puerta pequeña)
Plaza Real 
Pero no todo fue mala suerte para esta ciudad, porque tuvo  un hijo ilustre, no sabemos si totalmente en vida, pero claramente para la posterioridad, acá se tiene que agregar en el mapa a Antoni Gaudí, el responsable arquitectónico del actual Barcelona, un tipo que no usaba planos, sino que se iba moviendo conforme avanzaban las obras y que su estado mental era el gran responsable de lo que iba creando. Su obra cumbre, la Sagrada Familia, un edificio que impacta y que no encontrarás en ninguna parte del mundo. Aún sin ser finalizado, asombra, pues escapa de la realidad de cualquier edificio que se construye actualmente. La Sagrada Familia, un edificio difícil de entender a simple vista, que no entra con facilidad en las fotos y que se continúa construyendo desde el año 1882, en un trabajo que tiene bastante por delante y recién proyectan terminarlo el 2026, en el aniversario de la muerte de Gaudi. Es muy agradable Barcelona, parece más tranquilo y con menos turistas, pareciera ser agradable incluso hasta para vivir, se nota la gente relajada y un aire bohemio, solamente la humedad nos tenía algo complicados, pero era un detalle.

Las primeras obra de Gaudí (Los faroles)
La Sagrada Familia
Aires del Parque Guell
Al día siguiente ya con nuestros amigos reunidos, fuimos a darle una vuelta a la Barceloneta. Un lugar que tiene una historia particular, pues el dictador Franco no le tenía mucha simpatía por Cataluña, así que mandó a poner un vertedero camino a la playa, para que nadie pudiera disfrutar de las cosas del Mediterráneo en la ciudad. También hizo una ley para que ningún edificio de la zona de la Barceloneta tuviese una ventana que mirase al mar, por esta razón, yo personalmente no vi ningún edificio sin ventanas, aunque dicen que alguno queda de esa época, recordando esta absurda ley. De todas maneras, la playa parecía un lugar bastante bueno para descansar. Otro lugar a destacar al que igual le dimos un recorrido, es el Parque Guell, un lugar que reúne un cerro para subir a las partes altas y tener una buena vista de la ciudad.


Barceona, Gaudí y el Parque Guell
Desde lo alto del parque
Comida callejera
Pero guardamos energías para ir a otra playa, llamada Sitges, distante a unos 30 minutos en tren desde el centro hacia el sur, Sitges es un pequeño municipio, considerada por el New York Times como la mejor playa urbana del mundo. Tiene un ambiente bien especial, se nota muy exclusiva la playa, pero en la practica, los precios de los arriendos de bicicletas en el día por ejemplo, estaban bastante accesibles, fue entretenido subirnos arriba de esas cosas que son como unos barcos inflados  y pensar que teníamos 10 o 12 años, algo de infancia nos quedaba. Ya caminando por la pequeña ciudad, nos dimos el tiempo de fotografiarnos con la Iglesia de San Bartolomé, la joya de la ciudad, ir por unas cervezas heladas y una paella para almorzar. La playa recordaba mucho a ese ambiente de Reñaca, aunque sin tantos argentinos. Volviendo al centro del pueblo, vimos también la gran vida homosexual, pues claro, a la vuelta nos enteramos que Sitges, es la playa preferida por los gays en Cataluña. 

El amuerzo/once en Sitges

Pub Manchester
Ya de vuelta en Barcelona, nos animamos para un tour de tapas, donde se nos explicó cual era la dinámica de "irse de tapas" en España. Básicamente en los locales te ofrecerán una tapa, que son como "canapés" algo más grande con algo arriba, puede ser alguna pasta, aceitunas, salame, etc. Siempre la tapa viene acompañada por un vaso de cerveza. La idea de "irse de tapas" es recorrer varios locales, comer sus tapas con un vaso de cerveza y cambiarse a otro local, así ya en el 4to o 5to local, empiezan a penar las cervezas consumidas. Vale la pena hacer el recorrido. La suerte hizo que un compañero de curso estuviera viviendo en Barcelona, así que coordinamos una noche para juntarnos todos e ir al Barrio Gótico. Mucha vida nocturna en Barcelona, muchos bares y  pubs que parecen desde afuera lugares inofensivos, pero en el interior todo está pasando. Fuimos a parar donde el Pub Manchester, donde un buen dato nos había dicho que era el único donde vendían Pisco Mistral, un verdadero manjar a esas alturas del viaje. Le explicamos detalladamente al hombre de la barra como queríamos nuestras "piscolas" y resultó un acierto, tanto así, que con nuestro grupo de chilenos, nos tomamos todo el pisco del local. Una verdadera odisea la vuelta después de tal noche de jarana, pero que se logró pasar muy bien.

Ya el domingo, teníamos un pasaje en bus Alsa para dirigirnos a Zaragoza, en la provincia de Aragón. Un bus muy cómodo que se fue por el valle la misma provincia, donde a fondo se podía ver una tormenta eléctrica que daba miedo, un lugar preparado para esto pues confluyen los vientos cálidos del Mediterráneo, los algo más fríos del Mar del Biscaya y la muralla que son los Pirineos. Nos esperaba Zaragoza, la tierra de los Héroes del Silencio, donde nuestros amigos harían de anfitriones en una ciudad que nos preparaba mucho, pero eso quedará para otra historia.
El equipo en Sitges

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